David Almazán
Orientando la mirada. Un paseo por el arte asiático en Zaragoza
Propongo un paseo oriental. Al ser historiador tiendo a comenzar por los antecedentes más lejanos y me vienen a la mente dos notables aragoneses que nos llevan a los comienzos de la Ruta de la Seda en los primeros siglos de nuestra era. El primero, el bilbilitano Marco Valerio Marcial, fue un poeta latino que en sus célebres Epigramas describió la decadente y hedonista Roma que caía en todo tipo de excesos bajo el envoltorio de lujosas sedas chinas importadas. Es posible que algún romano pudiera llegar a la China de la dinastía Han, pero no hay indicios de que fuera hispano. En la ficción sí que encontramos a un zaragozano que visitó la China del siglo III d. C. Se trata del científico Sildulfo García, protagonista de una poco conocida novela de viajes en el tiempo titulada El anacronópete (1887) de Enrique Gaspar, que se anticipó en la idea ocho años a H. G. Wells.
El paseo. Intervenir la ciudad
Entre las actividades organizadas con motivo de la exposición El paseo. Intervenir la ciudad figura el ciclo «Ante la imagen», a cargo de quienes nos han brindado sus paseos, haciendo con ellos ciudad. Porque estamos convencidos de que pasear, un acto tan sencillo, es una estrategia social y política que nos permite pensar, reflexionar, debatir, interrogar y proponer nuevas posibilidades a explorar para pensar y restaurar la ciudad.
El paseo. Intervenir la ciudad
Día a día aumenta el protagonismo de las ciudades en la vida económica, política, social y cultural. Las ciudades son las receptoras de las inversiones de capital, pero también de los sucesos dramáticos; son actores de movilizaciones y ensayos de nuevas formas de participación democrática, pero también espectadoras de los efectos no deseados del desarrollo y de las desigualdades…
Las ciudades son en la actualidad el sujeto de innovadores estudios académicos en todas las ramas de las ciencias sociales; sin embargo, todavía no sabemos lo suficiente sobre las ciudades y, desde luego, las personas que vivimos en una ciudad tenemos una idea muy condicionada.
Francisco Pellicer
Descubrir lo natural
Si tuviera que describirme ahora, diría que soy un curioso que va de flor en flor entre las diversas disciplinas que se ocupan de la naturaleza y del ser humano. Me gusta enormemente pasear y contemplar la sabiduría de la naturaleza y la de las gentes que usan el espacio. Camino frecuentemente deslumbrado por los paisajes que las distintas culturas han dejado impresos en la epidermis de la Tierra. No me gustan las explicaciones simples y quiero saber más de lo que veo. En este devaneo, surge mi necesidad de leer. Y leo las cosas más diversas, aparentemente incoherentes, muchas veces heterodoxas, otras crípticas y encerradas en la liturgia científica que exige ciertos ritos iniciáticos.
Así veréis mi mesa de trabajo como un caos de elementos aparentemente inconexos: libros (de ecología, geobotánica, urbanismo, paisaje o arte), fotografías aéreas, mapas… Un caos que, amasando con disciplina científica, trato de someter a un orden global que calme la zozobra de mi desconocimiento.
Y para aprender cosas nuevas necesito explicarlas. Por eso soy un feliz profesor. Me encanta desnudar a la ciencia de sus oropeles, de su solemnidad pontifical o doctoral, de sus índices de impacto… hasta que aparece el conocimiento desnudo y accesible.
Lina Vila. La tinta y la hierba
Tiempo para la reflexión. Eso es lo que se reclama en el ciclo «Ante la imagen» que acompaña a las exposiciones de La Casa Amarilla. Un tiempo necesario para mirar, ver y saber las obras en compañía de especialistas en las más diversas disciplinas cuyas reflexiones nos ayudarán a situarnos ante las imágenes. O, al menos, a interrogarlas.
Para su exposición en La Casa Amarilla, Lina Vila ha pintado un jardín. Qué mejor motivo para celebrar los veinticinco años que han pasado desde su primera exposición individual en 1992. Y para celebrar la memoria de su padre, Pedro Vila, que le enseñó a apreciar la naturaleza y las plantas. Su huerto era su paraíso. Ahora aquel huerto es el espacio utópico de Lina Vila. Los jardines, ha escrito Santiago Beruete, nos hablan de la nostalgia de lo que una vez fue y de lo que nunca podrá ser, de tal modo que la pasión que los seres humanos han sentido a lo largo de la historia por construir jardines, se fundamenta en el deseo de evadirse de la realidad y en el anhelo de retornar a la naturaleza. Lina Vila siente bienestar y equilibrio en el jardín de su casa y en el deseo de hacer permanentes esos sentimientos, lo pinta.
Lina Vila
La tinta y la hierba
Para su exposición en La Casa Amarilla, Lina Vila ha pintado un jardín. No se me ocurre mejor motivo para celebrar los veinticinco años que han pasado desde su primera exposición individual en 1992. Y para celebrar la memoria de su padre, Pedro Vila, que le enseñó a apreciar la naturaleza y las plantas. Su huerto era su paraíso. Ahora aquel huerto es el espacio utópico de Lina Vila. Los jardines, ha escrito Santiago Beruete, nos hablan de la nostalgia de lo que una vez fue y de lo que nunca podrá ser, de tal modo que la pasión que los seres humanos han sentido a lo largo de la historia por construir jardines, se fundamenta en el deseo de evadirse de la realidad y en el anhelo de retornar a la naturaleza. Lina Vila siente bienestar y equilibrio en el jardín de su casa y en el deseo de hacer permanentes esos sentimientos, lo pinta.
Nacho Bolea
Arsenal
Arsenal es el título de la exposición individual de Nacho Bolea en La Casa Amarilla. Y con tal motivo, el artista ha seleccionado libros que están directamente relacionados con la selección de obras que presenta. Remitimos, por tanto, a la información que sobre la exposición y la biografía se puede consultar en la página web de la galería_librería La Casa Amarilla.
Nacho Bolea. Arsenal
Tiempo para la reflexión. Eso es lo que se reclama en el ciclo «Ante la imagen» que acompaña a las exposiciones de La Casa Amarilla. Un tiempo necesario para mirar, ver y saber las obras en compañía de especialistas en las más diversas disciplinas cuyas reflexiones nos ayudarán a situarnos ante las imágenes. O, al menos, a interrogarlas.
Debemos permitir que las imágenes atroces nos persigan, decía Susan Sontag, convencida como estaba de que aunque no consigan abarcar la mayor parte de la realidad a que se refieren, cumplen una función esencial: esto es lo que los seres humanos se atreven a hacer y quizá se ofrezcan a hacer, con entusiasmo, convencidos de que están en lo justo. No lo olvides.
Y Nacho Bolea toma nota en sus ensamblajes, collages y objetos. Los desastres de la guerra abren su exposición en La Casa Amarilla, para no olvidar, porque como recordó Sontag: recordar es una acción ética.
Pep Duran
Estricta piedra. Intersticios y oquedades: otras miradas sobre la estatuaria
«Un pensamiento viene cuando él quiere y no cuando yo quiero» [Nietzsche, Más allá del bien y del mal]
Los intereses de un artista cambian con el tiempo y los proyectos se acumulan… hasta que un día, a veces, gracias al azar, cobran sentido; como el guijarro con el que tropezó un día el cartero Ferdinand Cheval y que le llevó a construir durante cincuenta años su enigmático Palais Ideal.
La fusión de dos hallazgos son el punto de partida de este particular proyecto pétreo.
Javier Peñafiel. Tu extrema higiene
Tiempo para la reflexión. Eso es lo que se reclama en el ciclo «Ante la imagen» que acompaña a las exposiciones de La Casa Amarilla. Un tiempo necesario para mirar, ver y saber las obras en compañía de especialistas en las más diversas disciplinas cuyas reflexiones nos ayudarán a situarnos ante las imágenes. O, al menos, a interrogarlas.
«La actividad artística no es higiene», escribe Javier Peñafiel. «Tu extrema higiene es la insalubridad de otros», concluye el artista.