Antonio Uriel
Vademécum revisitado

2 septiembre – 18 octubre, 2025

Señala Antonio Uriel (Zaragoza, 1957) que uno de los rasgos de sus fotografías es la contingencia en la superficie -la fragilidad del significante-, que ha desarrollado con diferentes técnicas como la solarización en el proceso de revelado. Asimismo, es fundamental en sus imágenes la conexión que establece entre la disolución de la forma con el ruido y la melancolía. Que el azar, tan querido por el autor, irrumpa en el proceso no pone en riesgo los resultados obtenidos dado que, como sostiene: “Más comprensible que el hecho de reconocer en el objeto encontrado la solución a una inquietud anterior, me resulta, con todo, la leve redención del transcurso lineal que procura la concurrencia de las figuraciones del deseo y del tiempo con lo real fortuito”.

A propósito de El amor loco (1937) de André Breton, un libro por el que Uriel confiesa sentirse fascinado, Juan Malpartida escribe: basta un instante para revelar lo ausente como presente, pues una vez abiertas las puertas de la visión podremos recordar la analogía perdida, el salto no previsto que une lo que creíamos separado o aquello en lo que ni siquiera sospechábamos un vínculo. Una reflexión muy acertada y oportuna, considero, para aproximarnos a las imágenes de Uriel. Con Breton comparte Uriel el gusto por el vagabundeo, con una actitud alerta y distraída a un tiempo, en busca de lo que no se espera; como Malpartida dice de Breton. Uriel cita a Breton y a Giacometti deambulando por el mercado de pulgas a la búsqueda insospechada de la clave de sus propios enigmas.

Reseñas críticas

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