Hablemos de pintura. Ante las obras de Francisco Bores, Benjamín Jarnés escribió en 1927 que sólo podrían titularse Pintura, pues el fundamento estético que las promovía no era otro que el de un arte en sí. Pintura en sí da título a la exposición de Montserrat Gómez-Osuna en La Casa Amarilla con el propósito de nombrar «la idea plástica», que restituye «la pintura-ella-misma». No son conceptos nuevos sino ya centenarios, desde que, entre 1926 y 1932, fueran explorados -como Eugenio Carmona analizó en el catálogo de la exposición Pintura fruta– por el grupo de jóvenes artistas residentes en París con obras que marcaron un estado y definieron una nueva tendencia: la figuración lírica, todavía hoy vigente con nuevos y continuos desarrollos. Las obras de Montserrat Gómez-Osuna comparten muchos de los intereses que motivaron en aquellos artistas el deseo de liberar la pintura «de todo lo que da forma a una época», diría Tériade; una posición nada cómoda hoy, y en la que, pese a todo, la artista persevera.
Montserrat Gómez-Osuna está convencida de que si no se hubiera dedicado al arte sería paisajista. ¿Qué son sino jardines sus pinturas? Como en los jardines sus pinturas acogen la memoria de espacios conectados y entrelazados entre sí, en los que todo fluye y se desmaterializa en formas que pierden su arraigo con la realidad para asentarse en el recuerdo y la ensoñación. La memoria, el deseo y la intuición guían el proceso de creación. Decía Bores: «Procedo como si fuera a hacer una pintura abstracta que metamorfoseo en un momento dado para introducir en ella unas alusiones a lo real. No procedo de la realidad a la abstracción, sino que, por el contrario, los elementos pictóricos de mis composiciones, volúmenes, manchas, etc., se transforman en cabezas, frutas, barros, etc., recreando de esta forma a la naturaleza, pero sin, por eso, perder de vista la realidad-pintura que me ha servido de apoyo». Como en la obra de Bores, la realidad-pintura está presente en la obra de Montserrat Gómez-Osuna: «Se podría decir que el paisaje es recurrente en lo que hago, pero parto más de sensaciones o ideas que de reflejos fieles de la realidad». Tériade estaba convencido de que «las alusiones a lo real eran una realidad lírica exaltada por la memoria».
La idea de pintura prima sobre la idea de cuadro o de escultura en la obra de Montserrat Gómez-Osuna pues, en definitiva, se trata de hacer pintura desde el interior de ella misma más allá del soporte elegido, sea papel, madera o barro, y de los límites convencionales que distinguen técnicas y géneros.
La pintura transita ágil de la tabla al barro, que la artista modela con deleite, sin apenas interrupciones. Y aunque los tiempos específicos que determinan la acción de cada proceso difieren, los resultados coincidirán en un estadio de continuas alteraciones en el flujo temporal y espacial donde tiene lugar la asunción de un mundo de imágenes que perseveran en el deseo de contagiarse su naturaleza soñada.
Programa
9 de septiembre, a las 20 h
_ Conversación de Montserrat Gómez Osuna con Chus Tudelilla: “Pintura en sí”.