La montaña y la arquitectura son dos de las pasiones del fotógrafo, arquitecto, profesor y montañero Iñaki Bergera (Vitoria-Gasteiz, 1972), autor e investigador de un proyecto visual y teórico fundamentado en las relaciones entre fotografía y arquitectura en espacios urbanos y naturales, con el propósito de mostrar las heridas que el abandono precipitado de infraestructuras arquitectónicas provoca en el territorio.
En diciembre de 2011 Bergera visitó las instalaciones del Balneario de Panticosa y dio comienzo a su proyecto Standstill Architecture. Su primera secuencia fotográfica registró la interrupción de las obras del Centro de Alto Rendimiento Deportivo, diseñado por Álvaro Siza; el esqueleto de los apartahoteles de Siza y Jesús Manzanares, responsable este último también del aparcamiento; y el fantasmal aspecto de salones y habitaciones que siguió al cierre temporal del Gran Hotel de Rafael Moneo. De repente todo había quedado en suspenso, precipitándose de un modo violento: enjambres de hierros asomaron de pilares dibujando cubiertas imposibles que rasgan el paisaje como si de un gran telón se tratara. Pero solo son edificios en obras, desprotegidos y desposeídos de la función para la que fueron concebidos.
Las innumerables fotografías que dan testimonio de la historia de un lugar privilegiado para la salud y el descanso, a la intemperie de un paisaje en continua mudanza por su dinámica estable, tienen su continuidad en las imágenes recientes del Gran Hotel y del Hotel Continental, de Rafael Moneo, con sus respectivos espacios balnearios, y de las Termas de Tiberio, de Belén Moneo y Jeff Brock. La arquitectura moderna de estos edificios, ya en uso, convive con la chatarra, la basura y la suciedad de las construcciones que siguen abandonadas, cuyo avanzado estado de deterioro ve reflejado su futuro no muy lejano en las ruinas de los edificios del antiguo y maltrecho balneario. Las vallas desaconsejan pasear por entre los escombros que envuelven y se derrumban desde los viejos edificios que podemos identificar y conocer por las fotografías históricas y los planos, y por las Memorias de los médicos-directores, las crónicas en diarios y revistas, y los testimonios de quienes viajaron desde los alrededores o desde muy lejos.
Bergera asciende a buen paso por el camino serpenteante que según los planos y las fotografías conduce a la Casa del Estómago, quizás la primera casa, la de arriba, en la historia del balneario. En ruina, pero sigue en pie. Como la otra casa antigua, la de abajo, la Casa Belío. A su lado el esqueleto incierto del edificio Balneario, junto a la Casa del Reloj, más firme; como la iglesia. Los pabellones de madera resisten sin actividad. En los templetes del Hígado, del Estómago, de San Agustín y de La Laguna ya no mana el agua que un día lejano sanó, pero sus pequeñas estructuras se enredan con la vegetación convirtiéndose en privilegiados miradores del paisaje que anhelan compañía para ser arquitectura. La melancolía se alía con la memoria de un tiempo en suspenso que contagia física y emocionalmente la visión de un territorio en riesgo de perder su historia e identidad. [Chus Tudelilla]
Sesión
9 de mayo, a las 20 h
_ Iñaki Bergera, “Fotografía y arquitectura”.